2 de abril de 2010

Me despierta el sol ya al mediodia y una manita acariciándome la espalda...
Me mira y dice entre susurros:
-Cariño te he traido el desayuno...
No le contesto porque sé que si lo ha hecho es porque no quiere moverse de la cama, anoche fue perfecto, podríamos repetirlo.

Nos disponemos a salir, mis tacones están bajo la cama y llevo su camisa con los pantalones de ayer.
Me coge de la mano, nos vamos a comer.
Ni pintarme, ni peinarme...gafas de sol y pelo recogido demuestran que anoche precisamente no pude dormir.
sonrío, sonríe...
Somos felices y queremos seguir juntos.
Volvemos a casa, hora de la siesta, tomamos un café.
Disimulo distraída en el sofá, cuando se supone que estoy dormida me coge con cuidado y me lleva a la habitación.
La cama sigue desecha, la ropa en el suelo, el desayuno en la mesa...
Me tumba y se tumba al lado susurrándome al oido que me quiere...
se me escapa una risita y en cuanto se da cuenta me mira para que le diga sin palabras que no quiero dormir.
Lo adivina y me estampa contra la cama, golpe seco, se me para la respiración durante un segundo, sólo existe él y está conmigo, por fortuna, para hacerme feliz y en consecuencia, para que seamos felices.

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